GRAFFITIS EN MADRID

Rainer Maria Rilke - Esperienza della morte






Cantemos, cantemos... de Juan L. Ortiz

Oriana Fallaci - Un Uomo


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Alekos Panagulis
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"Un rugido de dolor y de rabia se alzaba sobre la ciudad,... Un rugido que no tenía nada de humano. En efecto, no se alzaba de seres humanos, criaturas con dos brazos y dos piernas y un pensamiento propio, sino que se elevaba de una bestia monstruosa y carente de pensamiento: la multitud... El pueblo, en suma."
-Oriana Fallaci-


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Homenaje a Alejandra Pizarnik por Olga Orozco


Pequeña centinela,
caes una vez más por la ranura de la noche
sin más armas que los ojos abiertos y el terror
contra los invasores insolubles en el papel en blanco.
Ellos eran legión.
Legión encarnizada era su nombre
y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván,
arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada.
El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo.
El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie.
El que pisa la raya no encuentra su lugar.
Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad;
noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro,
y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte:
esa perversa tentación,
ese ángel adorable con hocico de cerdo.
¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento?

¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir?
Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín

donde se abre la flor azul del sueño de Novalis.
Flor cruel, flor vampira,
más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro
y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral.
Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie,
abismos hacia adentro.
Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba.
Erigías pequeños castillos devoradores en su honor;
te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso;
amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación;
te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos;
te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos,
como lazos en manos del estrangulador.
¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba,
y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra!
Y de pronto no hay más.
Se rompieron los frascos.
Se astillaron las luces y los lápices.
Se degarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto.
Todas las puertas son para salir.
Ya todo es el revés de los espejos.
Pequeña pasajera,
sola con tu alcancía de visiones
y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies:
sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada,
sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra,
o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos,
o te adrementa el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima.
Pero otra vez te digo,
ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto:
en el fondo de todo jardín hay un jardín.
Ahí está tu jardín,
Talita cumi.

viernes, 23 de enero de 2009

ÍNDIO GRIS Nº 219, TOM LUPO, MIGUEL OSCAR MENASSA, OLIVERIO GIRONDO, CARILDA OLIVER LABRA





DISCURSO DE EVA

Eugène Henri Paul Gauguin Y el oro de sus cuerpos


Hoje te cumprimento brutalmente:
com um golpe de tosse
ou uma patada.
Onde te metes,
aonde foges com tua caixa louca
de corações,
com a reguera de pólvora que tens?
Aonde vives:
na fossa em que caem todos os sonhos
ou nessa teia de aranha onde penduram
os órfãos de pai?

Que saudade
sabes?
como a mim mesma
ou aos milagres que não acontecem.
Que saudade,
sabes?
Quisera persuadir-te não sei de que alegria,
de que coisa imprudente.

Quando virás?
Tenho uma pressa por espairecer,
por dizer-te: «minha vida»
e que los tronos nos humilhem
e as laranjas palideçam em tua mão.
Tenho vontade de olhar-te a fundo
e achar véus
e fumaça,
que, por fim, perecem em chama.

De verdade que te quero,
mas inocentemente,
como a bruxa clara onde penso.
De verdade que não te quero,
mas inocentemente,
como o ânjo enganado que sou.
Te quero,
não te quero.
Sortearemos estas palavras
e uma que triunfe será a mentirosa.

Amor...
(Que digo? Estou equivocada,
aqui quis pôr que já te odeio.)
Por que não vens?
Como é possível
que me deixes passar sem compromisso com o fogo?
Como é possível que sejas austral
e paranóico
e renuncies a mim?

Estarás lendo os jornais
ou cruzando
pela morte
e a vida. Estarás com teus problemas de acústica e de virilha,
inerte,
desgraçado,
entretendo-te em uma aspiração do luto.
E eu que te degelo,
que te insulto,
que te trago um jacinto desaprumado;
eu que te aprovo a melancolia;
eu que te convoco

aos sais do céu,
eu que te zurzo:
que?
Quando vais matar a salivaços,
herói?
Quando vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarle pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarte nunca.

Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Éste es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle,
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Y a la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.



CARILDA OLIVER LABRA

2 comentarios:

Paula Malugani dijo...

Querida Pilar, he paseado este blog de una orilla a otra, es hermoso. Quería compartir esta alegría por haberte encontrado en los fulgores de estas páginas. Hay una afinidad en los gustos, me sorprendió que pusieras 'Sala de psicopatología' una prosa poética o poema que me enamora. Memorial indolente, la traducción de Carilda. De verdad, un paseo inolvidable. Un abrazo.

Unknown dijo...

hermoso!, llegué por casualidad y me alegro de las casualidades...